Gastronomía
Dentro del mosaico infinito de la comida mexicana destaca por la diversidad de sus condimentos y por la enorme creatividad empleada en la preparación de los platillos, la comida del sureste mexicano, marcada por la herencia que le viene de tiempo atrás: la maya y la española. En el caso de Quintana Roo esta herencia se ha acentuado por el surgimiento de núcleos de población provenientes de otros lugares, así como por la influencia reciente del corredor turístico que se extiende sobre buena parte de la costa del estado. No obstante, las tradiciones se mantienen ahí donde el pasado encuentra el sustento de la tradición, y así los platillos propios de la península todavía pueden disfrutarse en muchos lugares.
Para los quintanarroenses es familiar el sabor que le dan a la comida regional el chirmole, el pipián, conocido como oni sikil, y el papatz tzul. Los platillos como el cocido, el relleno blanco, el relleno negro, el chocolomo y la cochinita pibil, por referirnos sólo a algunas riquezas, requieren de conocimiento y gran habilidad en su preparación. Entre los antojos que con toda seguridad se pueden saborear en Quintana Roo están los panuchos, salbutes, tamales, empanadas y garnachas, que hacen las delicias de la gente.
Por otra parte, el crecimiento de las corrientes turísticas en los últimos años dio lugar a una comida marcadamente cosmopolita que incorpora sobre todo los frutos del mar y ciertos sabores con reminiscencia indígena.
- Xtabentún, bebida típica maya: Se trata de un licor de origen maya, típico en los estados de Yucatán y Quintana Roo. Se elabora con miel fermentada (trabajo de las abejas que polinizan la flor de Xtanbentún) y también con licor de anís.
El nombre de esta bebida típica mexicana significa “enredadera que crece en la piedra” o “gloria de la mañana” y cuando se prueba por primera vez se siente un mareo que recuerda la leyenda de una antigua vendedora de amor que enamoraba a los hombres con el mismo efecto embriagador de este licor.
La leyenda trata de dos mujeres que vivían en el mismo pueblo hace muchos años. Una se llamaba Xtabay, a quien llamaban popularmente Xkeban, lo que significa “prostituta o mujer de mala fama o la que da su cuerpo por amor ilícito”. Era muy bella y entregaba su cuerpo a quien se le antoja y enamoraba a los hombres. Sin embargo, era de buen corazón y ayudaba a la gente más necesitada.
La otra mujer era Utz-Colel, considerada por muchos como un ejemplo a seguir. Decente, bien vestida, virtuosa y de buena familia, con una reputación intachable y además virgen. Sin embargo, a pesar de su pureza, era una persona fría. Nunca ayudaba a los enfermos y despreciaba a los pobres.
Un día la gente del pueblo se dio cuenta de que Xtabay tenía varios días sin salir de su casa. Especularon que seguramente andaba en otros pueblos, regalando su amor, pero conforme pasaron los días, una dulcísimo aroma impregnaba el aire. La gente empezó a buscar de dónde provenía tan exquisito perfume, y dieron con la casa de Xtabay. La encontraron muerta, custodiada por animales que lamían sus manos para alejar las moscas.
Al entierro no acudieron muchas personas, sin embargo ese olor a dulce seguía aún después de su muerte, de hecho su tumba se llenó de flores blancas que emitía aquel aroma que había llenado el pueblo los días anteriores.
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